domingo, junio 19, 2022

Diario de un contagio en pandemia

Un virus en China, en una provincia desató en 2019 un caos mundial. Parece lejano y uno piensa que es ajeno. No obstante, el pasado viernes - en una revisión por “resfriado” – mi otorrinolaringólogo me realizó una prueba de revisión. Fue positiva. No lo esperaba. El virus asiático fechado unos años atrás está ahora en mi torrente sanguíneo y en mi sistema respiratorio. Lo recibo con resignación, la movilidad por mi ciudad debía cobrarme factura. En Shanghai en 2016, observaba con interés a las personas que portaban mascarillas. Me pareció ajeno entonces. Hoy, estoy obligado a usarla para protegerme y por ahora, también para no contagiar a nadie. ¿Cómo es tener el virus en el torrente sanguíneo? Supongo que esa pregunta la puede responder cada persona infectada de manera diferente. En mi caso, es inflamación de cornetes nasales, tos y un poco de dolor pulmonar. Varios medicamentos ahora tomo y las nebulizaciones por la mañana y por la noche. Aspirar medicamento directo a los pulmones. No soy médico, pero supongo que se trata de desinflamarlos en su caso. Debo agradecer el contagio de alguna manera. Regreso a este blog después de años de correr todo el tiempo y no detenerme a escribir. Pero, saben, el escribir siempre es para mí un proceso catártico, que me traslada a mi interior y me hace reflexionar de la existencia y de episodios como el actual. Escribió Albert Camus sobre la peste. Aún conservo ese librillo que me acompaño a tantos cafés, incluso en Paris. Ahora, en esta tarde, en este pequeño departamento en donde vivo, no me parece ya tan absurdo haber viajado con el libro tantos kilómetros y atravesar el océano. Algún sentido tuvo. Frente a la tumba de Kafka en Praga me pregunte si alguna vez la peste de Europa llegaría a América. Eso escribió el abogado Franz en sus libros. La miseria de la sociedad que a veces somos y seremos. Una peste, un viaje, un libro y ahora el virus en mi torrente sanguíneo. Si, la cosa también ya es de los políticos que intercambian acusaciones sobre el mal manejo de la pandemia y la falta de presupuestos y soluciones efectivas para enfrentarla. Si, si, pero finalmente aquí tengo el virus. Circula en mi torrente sanguíneo y se sirve de mis pulmones para continuar su reinado buscando algún otro huésped para cuando los medicamentos y mis glóbulos blancos acaben con él en mi sistema. Ya brincará a alguien más y continuará su reino de terror mediático. Por ahora aquí esta conmigo. Me contempla. Me conoce en la intimidad. Es parte de mi por ahora. Dejara su marca, y en las alucinaciones de los fármacos recordaré esa imagen circular con pequeñas patitas circundantes. Como un Alíen que llegó a instalarse a un nuevo mundo, el mío. Llueve en esta tarde de casi verano. Mientras escribo en este teclado, con música gótica etérea y café en un taza de la serie Stranger Things. La soledad del aislamiento obligado por este virus, me lleva ahora a recordar ese viaje del ascetismo ancestral al coetáneo. Henry David Thoreau escribía: “Nunca encontré un compañero tan sociable como la soledad. Estamos en la mayoría de los casos más solos cuando viajamos entre los hombres que cuando permanecemos en nuestra estancia” Así, en esta estancia pareciera que escribiré un manifestó sobre anarquismo contemplativo, pero creo que ya lo han hecho muchos hípsters últimamente. Solo dejo esta líneas de contemplación / introspección en mi tercer día de aislamiento por covid19 en junio de 2022. Un blog no es un diario polvoso en la esquina de algún ático. Quizás alguien encuentre estas líneas y sean una provocación al pensamiento. Es verano, llueve afuera, sorbo café y cierro la laptop luego de dar click en publicar este post.

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