Atrás de la catedral metropolitana, entre tiendas de fotografía, muesos olvidados y edificios en reconstrucción, llegue con un texto de Italo Calvino entre las manos, en estas tardes de otoño al café río.
Por estas calles abundan vendedores ambulantes ilegales, el desorden caótico del centro histórico que por más intentos de organizar siguen siendo aún eso un caos.
Ahí en una de estas esquinas olvidadas cerca de aquí y añejos días de allá esta la cafetería río con años de historia. Punto de reunión obligado para cinéfilos de la ahora ya cerrada sala cinematográfica fosforo de la UNAM, templo del cine a la carta, con menos espectadores que la sala de proyecciones al aire libre del parque hundido en la colonia del valle.
Caída la tarde regrese aquí. Hace unos años no atrevía la aventura de caminar por las calles del centro. Embriagado por el sentimiento de inseguridad pública de estas calles pese al bunker que es ahora el Palacio Nacional, con su cerco policiaco militar, recorrí mis pasos dejados hace años atrás.
El olor del tostado era el mismo de siempre, las historias de la mujer que sirve las mesas, quien rebasa ahora los cincuenta, y la vejez de los clientes parecen haber dejado una fotografía en este sitio, cuya maquina tostadora y moledora ya es un suvenir de museo del café.
No sé a bien porque el nombre, esto no es una nota periodística, por lo cual no entreviste a los personajes que menciono, simplemente es un instante que esta madrugada decidí retratar en este blog que pasa desapercibido, y que quizás yo mismo regrese a reencontrar en algún momento. Quedan aquí estas imágenes y estas líneas como testigo de la urbanidad perdida, en un café cerca de la plaza de Santo Domingo, del Colegio de San Idelfonso, de la Librería Porrúa, frente al pasaje de catedral lleno de supercherías religiosas y una santa muerte que en cadavérica mano pide dinero, a metros del museo de la caricatura y en fin cerca de todo lo que aún permite entender que el centro histórico de la ciudad de México está vivo, rebosante y ávido de mas historias que requieren ser contadas.
ANEXO NEXT
Aún no puedo creer que para ingresar a Palacio Nacional requieras pasar tantos retenes de seguridad. Después de casi media hora logre ingresar y dejo esta fotografía del Patio central como testimonio de mi empresa en el museo que resguarda, a veces, al Poder Ejecutivo, a sus murales y a un salón de sesiones en donde en antaño sesiono el Poder Legislativo de la Unión Federal.
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